La hipótesis científica
Buscar la causa
El procedimiento de Jean Seignalet se plantea el ambicioso objetivo de afrontar las causas de las enfermedades crónicas, en lugar de luchar contra la expresión sintomática de las mismas.
Ante la pregunta ¿por qué estoy enfermo?, a menudo, las respuestas aluden a los síntomas: “este mecanismo ya no funciona correctamente”. O a la genética: “es de origen hereditario”, con lo cual se sobrentiende que no hay nada que hacerle. Ambas afirmaciones son verdaderas pero no bastan. Revelan que la medicina actual no es capaz de responder a la pregunta esencial: “¿por qué mi organismo, de repente, se pone a funcionar mal después de años de servicios impecables?”.
Si la respuesta dependiera esencialmente de la genética, la enfermedad se pondría de manifiesto desde el nacimiento. El factor hereditario es importante porque determina si somos susceptibles a tal o cual enfermedad que podemos contraer. Los demás factores son, indefectiblemente, de origen medioambiental.
Existen numerosos factores medioambientales que pueden repercutir en la salud (todos los tipos de polución, el tabaco, el estrés, etc.). No obstante, Jean Seignalet centra su teoría sobre la patogenia en la alimentación moderna. Seignalet fue el primero en proponer un mecanismo completo de la enfermedad crónica (91 enfermedades), que va desde el plato hasta los primeros síntomas. Al efecto, se basa en los descubrimientos más recientes en biología, genética e inmunología. En todos estos ámbitos era uno de los expertos más importantes del mundo.
Sus hipótesis científicas no debían de estar muy lejos de la realidad, porque su método alimentario es muy eficaz. Hasta entonces, ningún medicamento y ningún tratamiento habían logrado atajar el desarrollo de esas enfermedades. En una cohorte de varios cientos de personas, una única remisión, en una sola de esas enfermedades incurables que trataba, era toda una hazaña. Pese a que el tratamiento falló con algunas enfermedades que, no obstante, reaccionaban a la dieta hipotóxica, su éxito es muy superior a un único caso aislado y puntual. En realidad, la eficacia de su método es muy superior a los resultados que consigue la medicina convencional en un gran número de enfermedades. Por otro lado, la dieta se puede comprobar fácilmente y sin peligro alguno. Y es compatible tanto con los tratamientos alopáticos como con la medicina alternativa.
Hipôtesis cientifica
Los 3 tipos de mecanismos de las enfermedades crónicas que Jean Seignalet descubrió se relacionan con el funcionamiento del intestino delgado (es hiperpermeable) y el de las enzimas. El estrés también desempeña un papel. A continuación, sintetizaremos en unos renglones los principios fundamentales de sus teorías. La divulgación de teorías complejas conlleva indefectiblemente la necesidad de simplificar.
La alimentación moderna y las enzimas
La mayoría de las reacciones químicas de nuestro cuerpo dependen de las 1500 enzimas de las que disponemos. Cada una de ellas tiene una forma y una función específicas. Según Jean Seignalet, el patrimonio enzimático varía de individuo en individuo.No es idéntico en todos los seres humanos. En algunas personas, portadoras de una predisposición genética particular, las enzimas no tienen la más mínima posibilidad de adaptarse a las moléculas “antinaturales”. Por tanto, las mismas permanecen en el intestino delgado. Así provocan la putrefacción de la flora intestinal y hacen que se vuelva más frágil esa pared que, precisamente, se denomina “barrera intestinal”.
Las enzimas humanas se habían adaptado bien a la alimentación ancestral natural, que constaba de productos no elaborados. Nuestros ancestros recurrieron a esta alimentación durante millones de años. La alimentación moderna, que se instauró después de que el género humano se volvió sedentario y tras el nacimiento de la agricultura, sufrió más cambios en el siglo XX que en los 5000 años anteriores. El porcentaje de sustancias,que a las enzimas les resultan “indestructibles” durante la digestión, se ha multiplicado. En consecuencia, para volver a tener un intestino delgado sano, lo más lógico es volver a una alimentación parecida a la de nuestros ancestros. Y, al efecto, hay que descartar los alimentos nocivos en potencia, en base a un razonamiento científico sólido.
El intestino delgado y la hiperpermeabilidad
Para que los agentes exteriores desplieguen su acción nociva en el cuerpo humano, deben penetrar en el mismo. Desde ya, es difícil que puedan atravesar la epidermis o la mayoría de las mucosas, que están formadas por varias capas de células y que son bastante impermeables.
Sólo tenemos dos mucosas más frágiles, porque su superficie es sumamente extensa y su grosor muy fino. Nos referimos a las mucosas de los alvéolos pulmonares y a las del intestino delgado. La mayoría de las moléculas nocivas penetra la mucosa del intestino delgado, mientras que una minoría pasa a través del epitelio de los alvéolos pulmonares. Recordemos que la mucosa del intestino delgado posee una superficie de 100 metros cuadrados. Consta de una sola capa de células, de 1/40 de milímetro de espesor.
La mucosa del intestino delgado influye considerablemente en nuestra salud. Del hecho de que esta barrera siga siendo impermeable o no, depende que las moléculas nocivas lleguen o no al torrente sanguíneo.
De hecho, la mucosa del intestino delgado hace de barrera entre el interior del organismo y peligrosos factores medioambientales, como las bacterias. Y como los alimentos antinaturales, según Jean Seignalet.
En algunos individuos, la barrera no funciona bien y deja que la atraviesen demasiadas macromoléculas.
La mucosa se transforma en una especie de colador. A través de la misma, las moléculas peligrosas penetran en el torrente sanguíneo general:
- las moléculas bacterianas: péptidos, ADN, lipopolisacáridos y poliaminas,
- las moléculas de los alimentos: péptidos, proteínas, lípidos, hidratos de carbono, poliaminas y los compuestos de Maillard que se originan durante la cocción.
La composición de dichas moléculas varía de persona a persona, porque depende de la flora intestinal, de los hábitos alimentarios y de las enzimas que cortan las proteínas, las grasas y los hidratos de carbono en zonas diferentes. Según su estructura, dichas moléculas serán afines a un tipo u otro de célula o de tejido de nuestro cuerpo. Y, en algunas, personas, pueden provocar enfermedades.
El factor estrés
El estrés agrava la hiperpermeabilidad del intestino delgado y provoca la secreción de interferón gamma. Este mediador se fija en las células de la mucosa intestinal y las aleja unas de otras. El estrés interviene frecuentemente, tanto cuando se desencadena el brote inicial como los posteriores, en varias de las afecciones estudiadas por el Dr. Seignalet.
Uno de los mecanismos principales es el siguiente. Cuando estamos estresados, las neuronas liberan neuropéptidos. Dichos mensajeros activan las células que generan interferón gamma. Este último mediador se fija en la membrana de los enterocitos y los separa. Así, penetra en el organismo una cantidad mucho mayor de “desechos”, que provocan el brote.